Una de las manifestaciones más fuertes de que el fútbol es más que un lindo deporte, se da en las anónimas canchas de todo el mundo, donde también anónimos actores, pueden vivir el sueño de gambetear y golear.
En Concepción por ejemplo, todas las tardes - noches, en el Parque Ecuador, llegan jóvenes a demostrar quién es más con la de cuero. En mi caso, Tipo siete u ocho de la tarde, voy con short, polerón, zapatillas, a veces con algún amigo, o a veces solo. Aquí empieza lo interesante, al llegar, siempre hay gente jugando, hay 5 jugadores por lado, y algunos afuera, entonces ahi se arma un tercer equipo, que entrará buscar gloria y fama a la cancha cuando uno de los equipos que juega anote; entonces el otro equipo sale para dar paso al otro. Está mal mirado que alguien no deje jugar a otro.
Así dentro de la cancha, se sienten los innumerables códigos, las faltas, por ejemplo, se cobran sólo si son demasiado evidentes (habitualmente debe haber sangre, o alguna caída espectacular); si reclamas por agarrones y empujones no puedes sino esperar que se cuestione tu masculinidad.
Los goles no son de puntazo o intentando pegarle de lejos para que rebote en alguien; nadie quiere jugar de arquero; habitualmente se pide disculpas si tiras un pase muy largo o la pierdes saliendo; los laterales se pueden apurar sacando de cualquier forma; no hay penales; te hablan por el color de tu ropa (ej. Oye rojo, tócala antes); y por supuesto, la gloria individual está antes que la eficiencia colectiva; así hay muchos 'talentosos' que juegan para ellos mismos al haberse elaborado el equipo ahí mismo, y jugando con desconocidos, seguro es mejor intentar hacerse famoso haciendo túneles o rabonas, que un grupo de desconocidos funcione en forma homogènea.
Pero, eso a pesar de que puede ser molesto, (pregúntenle a Alfonso como se pone cuando algún desconocido compañero de equipo intenta eludir 3 veces al arquero antes de patear) creo que así se arma un fútbol vistoso, bonito. Está bien para mí, ovacionar al que hace un lujito, ya que así se forma una cultura de admiración por el "jogo bonito".
Ojalá que en el futuro, al igual que en el Parque Ecuador, hayan muchos lugares en el país donde anónimos jugadores, no sólo hagan deporte (que por lo demás es bastante sano), sino también, interactúen con otros, que compartan, y se diviertan.
En Concepción por ejemplo, todas las tardes - noches, en el Parque Ecuador, llegan jóvenes a demostrar quién es más con la de cuero. En mi caso, Tipo siete u ocho de la tarde, voy con short, polerón, zapatillas, a veces con algún amigo, o a veces solo. Aquí empieza lo interesante, al llegar, siempre hay gente jugando, hay 5 jugadores por lado, y algunos afuera, entonces ahi se arma un tercer equipo, que entrará buscar gloria y fama a la cancha cuando uno de los equipos que juega anote; entonces el otro equipo sale para dar paso al otro. Está mal mirado que alguien no deje jugar a otro.
Así dentro de la cancha, se sienten los innumerables códigos, las faltas, por ejemplo, se cobran sólo si son demasiado evidentes (habitualmente debe haber sangre, o alguna caída espectacular); si reclamas por agarrones y empujones no puedes sino esperar que se cuestione tu masculinidad.
Los goles no son de puntazo o intentando pegarle de lejos para que rebote en alguien; nadie quiere jugar de arquero; habitualmente se pide disculpas si tiras un pase muy largo o la pierdes saliendo; los laterales se pueden apurar sacando de cualquier forma; no hay penales; te hablan por el color de tu ropa (ej. Oye rojo, tócala antes); y por supuesto, la gloria individual está antes que la eficiencia colectiva; así hay muchos 'talentosos' que juegan para ellos mismos al haberse elaborado el equipo ahí mismo, y jugando con desconocidos, seguro es mejor intentar hacerse famoso haciendo túneles o rabonas, que un grupo de desconocidos funcione en forma homogènea.
Pero, eso a pesar de que puede ser molesto, (pregúntenle a Alfonso como se pone cuando algún desconocido compañero de equipo intenta eludir 3 veces al arquero antes de patear) creo que así se arma un fútbol vistoso, bonito. Está bien para mí, ovacionar al que hace un lujito, ya que así se forma una cultura de admiración por el "jogo bonito".
Ojalá que en el futuro, al igual que en el Parque Ecuador, hayan muchos lugares en el país donde anónimos jugadores, no sólo hagan deporte (que por lo demás es bastante sano), sino también, interactúen con otros, que compartan, y se diviertan.
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