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Con la publicación de Tiempo de matar, The Firm y El informe pelícano; Jhon Grisham dominó el mercado de los bestseller en los años noventa, vendiendo millones de ejemplares de sus títulos, la mayoría de los cuales fueron llevados al cine.

Siempre relacionado a tramas legales, su trabajo se caracterizó por el plantear misterios que sólo eran develados al final de la trama. La formula parece simple pero es eficaz, por lo menos en el caso de Grisham.

Sin embargo, en algún momento su creatividad pareció agotarse, o las historias por contar ya resultaban demasiado previsibles, y fue siendo dejado de lado, un producto en un mercado sin demandantes, se convierte en un producto que no le interesa a nadie.

Quizás eso ayudó, a que en este nuevo siglo, Grisham, sin abandonar su antigua formula, intente construir historias, en donde los personajes resulten menos unidimensiionales, los diálogos menos trillados, y el contexto mucho mejor descrito.

Esa es la formula que intenta aplicar el "EL último jurado", no sólo es planteado como un drama judicial, sino que Grisham intenta recrear un recondito poblado en la región del missisipi, el profundo del sur de los años 70, en el que la tensión racial es parte del telón de fondo que intenta iluminar algunos otros aspectos de la historia, esta esta planteada como el recuento de un periodista sobre los primeros años en su oficio, sobre la forma como dirigió un periodico, y como fue testigo de uno de los crimenes que concentró la atención de los pobladores de Clanton.

Sin embargo, el resultado de la novela no es óptimo, el narrador no decide si darle mayor preponderancia a la línea dramática, a la crítica social, o a la crónica costumbrista. Grisham parece decidido en escribir una novela distinta, sin embargo el efecto no es el esperado, la novela se diluye y pierde ritmo antes de la mitad de la misma, el final se un giro bastante forzado, y quizás el autor deba replantearse lo que esta buscando.


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