"...Tralala todavía hacía dar saltos a sus tetas en las palmas de la mano volviéndose a todos, cuando dos o tres la arrastraron a la puerta por el brazo y ella gritó a Jack que viniera y que follaría con él como le apereciera y no como aquella cacatúa con la que estaba y alguien gritó allá vamos, y arrastraron a Tralala escalones abajo y se hizo daño en los tobillos y gritó pero los tipos seguían tirando de ella por el brazo y Jack y Fred seguían agarrados a la barra muertos de risa y Ruthy se quitó el mandil antes que pasar algo que les estropease el plan y los diez o quince borrachos arrastraron a Tralala hasta un coche abandonado en un descampado de la esquina de la calle cincuenta y siete y le arrancaron la ropa y la empujaron dentro y unos cuantos se pelearon para ver quién iba a ser primero y por fin se formó una especie de cola y todos gritaban y reían y alguien gritó a los chicos que estaban al final de la cola que fueran a por cerveza y fueron y volvieron con latas de cerveza que se pasaban unos a otros y los que estaban en El Griego vinieron a ver y otros chicos del vecindario también miraban y esperaban, y Tralala gritaba y les pegaba con las tetas en la cara cuando se le acercaban y las cervezas circulaban y los chicos dejaban el coche y volvían a la fila, y tomaban unas cervezas y volvían a esperar su turno y vinieron más tipos del Willies y alguien llamó al cuartel y aparecieron má marineros y sorchis y trajeron más cerveza del Willies y Tralala bebía cerveza mientras se la follaban y alguien preguntó si llevaban la cuenta y la espalda de Tralala estaba sucia y sudorosa y los tobillos le dolían por culpa del sudor y la porqueria en las heridas que se había hecho en los escalones y cerveza y sudor goteaban de la cara de los tipos en la suya pero seguía gritando que tenía el par de tetas más grandes del mundo y alguien le contestó claro que sí, guapa, y el culo, y vinieron más, cuarenta, puede que cincuenta y se la follaban y volvían a la cola y tomaban unas cervezas y gritaban y reían y alguien gritó que el coche apestaba a coño, así que sacaron a Tralala y el asiento del coche y la tumbaron en el suelo y se quedó allí desnuda encima del asiento y sus sombras ocultaban sus granos y arañazos y ella bebía y se tocaba las tetas con la otra mano y alguien le aplastó la lata de cerveza en la boca y todos se rieron y Tralalala insultó y escupió un trozo de diente..."
Hubert Selby, Ultima salida para Brooklyn
Posted by No future
Etiquetas: Hubert Selby
0 Responses to “Hubert Selby escribe...”