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Amalicea Colombi*
PeaceReport

Mientras en la babárica ciudad de Munich se inaugura “Alemania 2006”, es estadio de Milán fue el pintoresco escenario para las finales del “Otro Campeonato Mundial 2006” – un torneo de fútbol sostenido por tercera vez este año.

Los ganadores. “El Campeón de otro mundo es posible” es el equipo de Kenya ‘Amani Yassets Sport’, una asociación de fútbol fundada por el misionero camboyano Padre Kizito Renato Sesana en Kiyuli, un pueblo cerca de Nairobi. Además de Palestina Libre, equipo compuesto por jugadores provenientes de los campos de refugiados palestinos en Gaza y en Cisjordania, los siguientes equipos participaron en el “Otro Campeonato Mundial”: el Leoni Rossoneri, los Pacifists out of Passion (escuadra de Roma alocada en Milán) y la selección Cobra representando a Sudamérica. “La diferencia fundamental entre nosotros y los profesionales es que – además de jugar – nosotros trabajamos, mientras que ellos juegan por trabajo” señala Jompie, de 23 años proveniente de Nairobi. Él trabaja como mecánico y en su tiempo libre entrena al equipo infantil de Amani Yassets (entre 10- 15 años de edad). “Nosotros consideramos el deporte primero que todo como una herramienta educativa contra el racismo, pero una vez que estas en la cancha, debes jugar para ganar. Luego del partido final, la tensión desaparece” explica Bernard, su compañero de equipo.

La organización fundada por el Padre Kizito agrupa a cerca de 200 jóvenes, de diferentes edades, en torno a actividades deportivas, los que crecen juntos jugando al fútbol. De esta manera el fútbol se transforma en un medio de competir pero también un punto de partida hacia nuevos horizontes. “Todos ellos son niños de la calle que a través de su participación en actividades deportivas se involucran en proyectos sociales o proyectos que tienen como objetivo fortalecer su autosuficiencia”, destaca el entrenador Charles. No existe oficialmente un equipo nacional de fútbol de Palestina: hay otros problemas en Gaza y “si no contamos con la estructura adecuada y vives bajo estado de sitio, no tienes ni el tiempo ni las ganas de pensar en esto” señala Hisham, de 24 años, coordinador de diversos proyectos deportivos en Nazareth, su pueblo natal, quien recuerda el agujero provocado en medio en estadio de Gaza por los misiles israelíes lanzados en abril pasado.

Otros mundos. Al igual que los kenianos recuerdan cómo para los niños de Nairobi una simple pelota es suficiente para improvisar partidos en las calles o en casi todos los terrenos posibles. Hisham destaca el espíritu amistoso de una competencia, en la cual lo único realmente importante es participar: “Algunos entrenadores señalan que una vez que entras en la cancha lo único importante es ganar” dice “cuando nosotros entramos a la cancha, ya hemos ganado”. En contraste con el equipo de Kenya, el cual se caracteriza por la homogeneidad del grupo, los palestinos provienen de distintos contextos. “Antes de ahora, no tenía ninguna posibilidad de poder conocer a alguien de Gaza debido a las restricciones de movimiento impuestas por Israel en los Territorios Ocupados, y no sabía cómo podía ser, ya que pese a que todos somos palestinos, hemos crecido en condiciones diferentes” confidencia Abo Samra, un joven palestino de mirada fría, “Ahora es como si hubiera ganado 10 hermanos más”. La ceremonia de premiación del día 10 de junio está marcada por los eventos actuales: una familia completa, compuesta por los padres y cinco de sus hijos fueron asesinados por un misil israelí lanzado en la playa de Gaza justo cuando los miembros de Palestina Libre, la noche anterior, se estaban preparando para participar en las finales por el tercer y cuarto lugar del torneo. “El Otro Campeonato Mundial está hoy de duelo,” declara Michele Papagna, coordinador de la iniciativa, enfatizando la necesidad de continuar luchando.

Texto original en http://www.peacereporter.net/dettaglio_articolo.php?idc=&idart=5721