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Fragmentos escogidos.



Rindo en este Post tributo y homenaje a una desaparecida Revista, ante todo Consecuente, Independiente, Sabia y Maestra.

¡Pendragón!, la Revista de los últimos Guardianes del Conocer Ancestral, de los Guerreros del Ser, de los Habitantes de esta Mágica Tierra, ante todo Socialistas Nacionales, y Portadores de una nueva Cosmovisión, ante todo, NUESTRA.

Por aquellos que resisten, y por aquellos que ya no están.

“Ser idealistas en un mundo sin luz, en el mundo del señor oscuro, es la misión autoimpuesta de miles de espíritus. Validar tal postura no es precisamente la labor de un idealista, sino más bien de un náufrago de sus propias convicciones.
¿Dónde quedan los muertos sin honor? Los caídos en el campo de batalla de su propio interior?¿A qué infierno son enviados los muertos por sí mismos? ¿A qué cielo son enviados esos pobres de espíritu?
Si el idealismo -por oposición al egoísmo- es la total entrega, el máximo sacrificio en favor de los semejantes, y si por ende, la libertad es un sueño -y miren, estoy despierto- ¿en favor de qué semejantes, en aras de qué héroes, en contra de qué demonios hemos de ser sacrificados?Si hoy por hoy, ser idealista es un atentado a la propia existencia, ¿en qué argumento podemos justificar tal postura ante nosotros mismos? Porque a nadie más que a nosotros, a cada uno de nosotros en forma independiente y por si mismos, se debe dar cuenta de esta actitud negadora de la propia existencia.”


Mi ideal

“Ciertamente, el triunfo del sistema es el primer paso hacia su autodestrucción. Esta es nuestra certeza (y no sólo la nuestra). Ciertamente, el Nuevo Orden Mundial, la Babilonia del Apocalipsis, comenzará a reinar muy pronto sobre todo el mundo. Por lo menos durante algún tiempo que aún no podemos dimensionar. Y, ciertamente, ello será el principio de su fin.
De este modo, constatar lo que decimos no es ninguna rendición o claudicación ante el sistema. Todo lo contrario. Saber que el triunfo del Imperium se aproxima, es estarles diciendo a todos ustedes que pronto asistiremos al comienzo de su destrucción.
Lo que nos preocupa y nos obliga a reiterar una vez más las preguntas con que iniciamos este escrito, es la visión de que se nos acaba el tiempo para definir el qué y el cómo hacer.
Nuestra misión fundamental -la de ésta, nuestra generación-, es lograr estructurar el modo en que nuestras ideas se proyectarán al próximo milenio. La forma en que -pese a que "todo" señala lo contrario-, el germen de la idea que en ésta época hemos llamado nacionalsocialismo, será traspasada al futuro y logrará fructificar y dar nuevas simientes.
Créannos cuando decimos que lo que estamos haciendo hasta ahora no logrará que ello suceda. Créannos cuando decimos que hemos estado actuando incorrectamente. No de mala fe o con mala intención, pero erróneamente, equivocadamente.
Y créannos también cuando les planteamos que hay muy poco tiempo para cambiar nuestras actitudes y nuestras certezas.
Este cambio al que nos hemos referido una y otra vez, no comienza por reunirnos y replantearnos sólo el modo de actuar o el modo de hacer. Este cambio comienza en el interior de cada uno de nosotros. En nuestro propio Ser.
Este es el cambio más apremiante y más acuciante al que nos enfrentamos. La certeza de que si no somos capaces de transformarnos interiormente, nada podremos lograr en el exterior.
La Lucha, Mi Lucha, Nuestra Lucha, es nada menos que con nosotros mismos. Con nuestras falsas expectativas. Con nuestros miedos. Con nuestra angustia ante lo que parece irremediable. Con nuestra flojera y nuestra desidia por modificar en nosotros aquello que está mal, o no está bien.
Si Ser Nacionalsocialistas hoy en día tiene algún significado, éste debe ser buscado por cada uno de nosotros al interior de su propio Ser. Al interior de su propia conciencia.
Sólo de allí podrán surgir nuevamente las formas y los modos de enfrentar el desafío del futuro. Sólo de allí podremos construir estructuras que realmente nos proyecten en el tiempo.
Si nuestro Honor se llama Fidelidad, la fidelidad para con nosotros mismos, para con nuestro Ser, es la primera y la más profunda forma de honor. Y en ello se nos va toda la posibilidad de cambiar este mundo en el futuro.
El Nacionalsocialismo ha sido, en este siglo, la aguda punta del espíritu del hombre por llegar a nuevos niveles de conciencia”.

Nuestra Lucha, Nuestra Herencia

“Ser consecuentes es el primer paso para tomar conciencia... ¿pero quiénes han sido realmente consecuentes?. ¿He sido... has sido... hemos?.
La verdad es que no.
Porque consecuencia no significa llevar una swástika grabada en la frente, o patear el estómago del primer tipo con cara de judío que encontremos en la calle, o pintarrajear paredes con consignas entre nacionalistas, patrioteras y socialistoides...
Ni siquiera ser correctos, pelito al rape, cara de niño bueno, lenguaje más que académico, asexualidad (¿habéis bebido?... ¿habéis fumado?... etc.), formalidad prusiana, sacrificio incomprendido (dejé de ir a una fiesta por asistir a la reunión del grupo), misticismo ascético (¡canté "Yo tenía un Camarada" catorce horas seguidas!), conocimiento histórico omnisciente ("La batalla de Stalingrado se perdió porque el soldado de la cuarta división de la K.W., Johannes Blumen, se quedó dormido"). ¡No! ¡no! ¡no!
No.
Decíamos anteriormente que la revolución de la conciencia debe ser la misión de quienes nos decimos nacionalsocialistas. Y el primer deber de esta misión es tomar conciencia de nuestro poder para cambiar al mundo. ¿Cuál poder?...
El tuyo. El mío. El de él. El nuestro.
Individual y colectivamente, pero antes, internamente.
Quien se diga nacionalsocialista debe primeramente haber reconocido en sí mismo las cualidades, capacidades y características que le hagan un ser consciente de su propia naturaleza. Y también ser absolutamente consecuente con sus propias debilidades, defectos y carencias.
¿Quieres seguir el camino del guerrero? ¿del mago? ¿del brujo? ¿del héroe?... pues comienza por seguirte a ti mismo.
Lo que menos necesita el nacionalsocialismo es un creyente, o un fanático ciego (peor si es sordo y mudo).
Hace ya más de dos mil años el primer precepto para obtener poder era: "Conócete a ti mismo", y el segundo señalaba "Sé tu mismo".
Sólo a través de ello podrás decir: "Sí. Soy leal. Sí, mi honor se llama lealtad". Porque tu primera lealtad será para contigo mismo, de allí con tus pares, con la comunidad. Esta lealtad es básica, primera e inquebrantable”.

Nuestro Deber, Nuestro Poder

“Nuestra lucha -mi lucha- es un asunto tan interno que podrá precisar décadas para generar un cambio en lo exterior. Pero -y allí está el secreto-, una vez que el proceso se vuelca hacia afuera no hay forma de detenerlo. Genera su propia dinámica histórica. Transforma la realidad a expensas de una voluntad fraguada palmo a palmo en el propio ser. No destruye un sistema que se está suicidando. Ni siquiera le entrega la cuerda. Surge como nueva cultura a partir de su propia naturaleza. De su propia ontogenia para los menos legos.
Así que el hecho de construir una nueva civilización no consiste precisamente en apoyar la caída de la anterior. Ello sólo puede entenderse dentro del propio fenómeno de crisis de la que agoniza. A contrario sensu, la nueva civilización ya está germinando desde la oscura tierra del inconsciente colectivo de la anterior, incluso antes de que la otra muera. Y estas semillas de nueva cultura no pueden ser regadas con los detritus de la cultura en involución. Ellas deben alimentarse por entero del fenómeno que les está viendo germinar.
Sea este un llamado -tal vez el último- para que quienes insisten en auto-asumirse como líderes de la aurora de los nuevos tiempos, mediten profundamente antes de volver a abrir la boca.
La próxima vez, de no haber un cambio real, y al nosotros solicitar lo imposible, quedarán hablando solos en medio de una historia que se está muriendo...
Que ya estará muerta, porque a través de sus palabras fue callada”.

La Palabra de los Culpables, el Silencio de los Inocentes


“La revolución de la conciencia.
Nada más ni nada menos.
Esa debe ser la misión de quienes tenemos el honor, el deber, la misión o la cruz de decirnos Nacionalsocialistas.
Cuando en lo profundo de nuestra mente yace desde el propio origen de la especie, una búsqueda del conocimiento -un profundo sentido de curiosidad-, es nuestra misión responder a este estímulo, a esta fuerza vital, a este leitmotiv.
Si la búsqueda de la perfección bio-psico-socio-antropológica, se puede conceptualizar como la razón de ser de nuestras ideas, y si, paralelamente, entendemos que este ideal-meta es -por definición- inalcanzable, entonces la única respuesta adecuada a este desafío está dada por un constante luchar por la conciencia.

Pico della Mirandola (1463-1494), en su "Discurso sobre la Dignidad del Hombre", nos dice:

“Tú, no confinado por límite alguno, determinarás por ti mismo tu propia naturaleza, de acuerdo a tu libre voluntad... No te he hecho ni celestial ni terreno, mortal ni inmortal, para que tú, más libre y honrosamente creador de ti mismo, te modeles según lo que tu alma prefiera... podrás renacer según el juicio de tu alma hasta alcanzar a los más altos seres, que son divinos”.

Este renacer, este recrear, este revolucionar... re-evolucionar, se plantea como la razón básica que nos lleva a acercarnos a los "más altos seres, que son divinos".
Y también está el "juicio de tu alma". Podría en derecho preguntarse si este juicio es personal... mi propio juicio, o si corresponde más bien a una sentencia de terceros.
En tal sentido, una especie de "juicio final".
Aunque en futuras páginas tendremos ocasión de volver sobre este tema -el apocalipsis- cabe señalar en este número que quizá sea hoy más necesario que nunca el que nosotros seamos adalides del apocalipsis.
Si la próxima evolución de la humanidad ha de ser un salto cualitativo en los niveles de conciencia, somos quienes estamos en los límites áridos de la creación -recreación- conceptual, quienes deberemos impulsar el salto.

He allí el profundo sentido de decirnos nacionalsocialistas.
Ser la punta de lanza de una humanidad en la búsqueda de lo divino.
Ser los adalidades del apocalipsis de esta civilización.
Ser los Guerreros de la Revolución de la Conciencia.
Esa aguda punta del alma dirigida eternamente hacia lo divino que hay en cada uno de nosotros
”.

La Revolución de la Conciencia

“Porque es la vida misma la que lleva dentro el legado del Espíritu, y se eleva hacia los más altos Seres por medio de la Conciencia. Porque en este planeta vivo, como en todos los lugares en que se agita la vida en el Universo, toda vez que un Ser se levanta y proclama con orgullo y humildad: "Yo Soy", hay algo muy íntimo y primordial que se agita en el espíritu del Cosmos.
El tiempo de Ser, cuando humildemente pedimos ayuda y señalamos con claridad los necesarios cambios. El tiempo de Ser, cuando apenas vislumbrábamos la magnitud de la labor por emprender y miramos con ojos asombrados a los que habían llegado antes que nosotros. El tiempo de Ser, que lentamente fue construyendo sus propias fortalezas en medio de las vastas llanuras del alma. Ese único tiempo... ya ha llegado a su fin.
Y una nueva luz que aún no es luz, se desarrolla, nace y crece vibrante en el centro del alma. Y es entonces el momento del Hacer. El momento del expresarnos. El fiat lux que dará origen a un nuevo universo conceptual, a una Nueva Cosmovisión.
Porque tenemos el pleno derecho de Ser. Porque somos humanos, sí, demasiado humanos. Porque tenemos el pleno derecho de hacer nuevas preguntas. Porque tenemos el pleno derecho de pensar, de buscar, de abrir los ojos a nuevas realidades. Porque tenemos el pleno derecho de conquistar nuestros propios espacios conceptuales en este planeta que nos vio nacer.
Y aunque con respeto y emoción podamos contemplar los restos de aquellos que nos precedieron -de nuestros propios muertos conceptuales-, su recuerdo no puede ni debe detener el avance de estas nuevas formas de adaptación. Porque somos herederos de millares de seres que entregaron sus vidas, sus mentes y sus almas por la subsistencia del pensamiento, por la libertad de rendir incluso la vida por los semejantes, por el derecho de romper todos los yugos que nos impiden acercarnos a Dios, y por la razón profunda que se esconde tras el Ser Humano. Y porque en virtud de estos motivos, hoy más que nunca, reafirmamos nuestro derecho a existir y a expresarnos, así se nos condene con las penas del más profundo de los avernos. Porque es nuestro derecho, porque es nuestra voluntad, porque es nuestro deber y -ciertamente-, porque en ello radica todo nuestro poder.

El poder de entender que podemos cambiar el mundo, y que somos capaces de lograrlo si nos esforzamos”.

Tiempo de Ser, Tiempo de Hacer

Para Finalizar:

De allí que a quienes piensen que nuestro Movimiento es sólo una organización de carácter cultural, filosófico, doctrinario, científico, económico o político, les queda mucho por aprender. Y en esto no se está pidiendo una confianza a priori. Como no se trata de hacer creer a ninguno de ustedes en un nuevo dios o en una nueva religión, y como su adhesión a estas ideas no es factor determinante en el resultado final, lo único que se solicita es tener la mente y el espíritu abiertos a nuevas proposiciones. La tesis final -de haberla- es responsabilidad de cada uno. No necesariamente de quien escribe, ni de la organización que lo respalda.

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