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Richard Ford: la vida sin finales felices






Quizás no se lo haya propuesto. Es posible que se trate de un accidente o un mal entendido. Pero al escribir, El periodista deportivo (Barcelona, Anagrama, 1996, Segunda Edición, 396 pp.) Richard Ford ha conseguido una de las reflexiones más inquietantes sobre el hombre contemporáneo y su dificultad para lidiar con el fracaso. La novela esta escrita desde la primera persona, la voz que escuchamnos es la de Frank Bascombe, y el nos guiará por el descenso hacía su infierno particular: un hombre de 38 años, que descubre, que no le queda mucho salvo la muerte.

El periodista deportivo, es una confesión de parte, no le interesa al narrrador sino que escuchemos su voz, y veamos a través de su ojos, el derrumbe interior que sufre, lo asfixiante que puede tornarse la soledad, y lo díficil que puede ser obtener respuestas, más áun cuando se han tenido siempre, y se han preferido evitar.

Nada de esto se nos dice de buenas a primeras, el mecanismo de la novela es, a pesar de un inicio revelador sobre la situación del narrador, mostrar antes que decir, introducirnos en la rutina, de un Bascombe, que incluso para algunos podría pasar como medianamente exitoso, para ir descubriendo poco a poco cada una de sus frustraciones.

La novela contiene una feroz crítica a un sistema de vida, en el que se ha privilegiado la obtención de metas como recompensas, pero que en realidad sólo intenta disfrazar el vació de una vida que responde a un sistema de consumo, y en donde nada es lo suficientemente dudadero para realmente disfrutarlo.

Descubriremos que la situación de Frank Bascombe es especial, porque de algún modo renunció a sus sueños, para conseguir algo mucho más real; de ese modo logró casarse, tener una familia, obtener un trabajo medianamente estable, una casa. Pero a los 38 años, esta divorciado, sus hijos son unos extraños, y además tiene un hijo muerto, suceso apartir del cual intenta explicarse el final de su matrimonio, su trabajo es sólo un acto reflejo de supervivencia, y ha encontrado después de muchos años, el tiempo necesario para pensar en que le sucedió.

Richard Ford, ha intentado retratar a partir de una historia particular una irreversible descomposición social, el fin del sueño americano, la pesadilla inacabable que puede ser la vida cuando no se encuentra maneras para lidiar con la infelicidad acumulada con la que todos nosotros hemos sido dotados.

Algunos extractos de la novela:
"...Lo bueno dura poco. Es algo que he descubierto en el club de divorciados de esta ciudad..." (p.12)

"...en la vida no hay nada trascendental. Las cosas siempre vienen y se van, y eso es la ley de la vida. Todo lo demás es una mentira de la literatura..." (p.23)

"Lo que todos queremos en realidad es llegar a ese punto en el que el pasado ya no nos diga nada acerca de nosotros mismos y podamos seguir adelante..." (p.31)

"...La verdad es que no tenía nada más que escribir, y no me da verguenza confesarlo. Si hubiera más escritores que lo reconocieran, el mundo se ahorraría un montón de libros malos, y muchos hombres y mujeres podrían disfrutar de una existencia más feliz y productiva."(p.45)

"...¿qué es la literatura sino alguien que te die lo que otro esta pensando?.." (p.87)

"¿Cuál es la medida real de la amistad? voy a decirselo a ustedes. Es la cantidad del tiempo que uno desperdicia con las desgracias y calamidades del otro..." (p.108)

"A veces vivir con alguien convierte la vida en un infierno..." (p.135)

"...es posible sentirse súbitamente atraído por una mujer sin encontrarla atractiva,una mujer con la que no les gustaría ir a cenar, o encontrarse en una fiesta, ni mirar dos veces en un ascensor, pero de pronto sucede..." (p. 159)

"...La muerte es un intruso absurdo, una ruptura, un edificio que no encaja con los otros. Un enigma tan complicado como el sánscrito.." (p. 358)

"...Los escritores, todos los escritores, necesitan pertenecer a algún sitio. Sólo que los escritores de verdad, desgraciadamente, son socios de un club de un sólo miembro. (p. 374)


UN FRAGMENTO DE LA NOVELA

Navegando por internet, encontré en la siempre recomendable página "Otras hierbas" un fragmento del inicio de la novela "Periodista deportivo" de Richard Ford:




Me llamo Frank Bascombe y soy periodista deportivo. Durante los últimos catorce años he vivido aquí, en el número 19 de Hoving Road, Haddam, Nueva Jersey, en una gran casa estilo Tudor que compré cuando le vendí un libro de relatos a un productor de cine por un montón de dinero, y parecía que mi mujer y yo, así como nuestros tres hijos -dos de los cuales aún no habían nacido-, podríamos empezar a vivir mejor.

No sabría decides exactamente en qué iba a consistir la mejoría que yo esperaba, y con esto no quiero decir que no llegase, pero desde entonces han pasado muchas cosas. Por ejemplo, ya no estoy casado con X. El hijo que teníamos cuando todo empezó ha muerto, aunque, como he dicho, hay otros dos y son unos niños maravillosos.
Poco después de que viniésemos de Nueva York escribí la mitad de una novela corta. Luego la metí en un cajón y allí se ha quedado, y no pienso sacada a menos que pase algo muy raro.

Hace doce años, cuando tenía veintiséis y las cosas nada claras, el director de una conocida revista deportiva de Nueva York me ofreció un empleo de periodista porque le gustó cómo había escrito un artículo que me encargaron. Y, para mi sorpresa y la de todo el mundo, dejé de escribir mi novela y acepté.
Y desde entonces no he hecho otra cosa, exceptuando las vacaciones, y un periodo de tres meses después de la muerte de mi hijo, en el que decidí cambiar de vida y trabajé como profesor en un college del oeste de Massachusetts. Pero aquello no acabó de gustarme y, sin darle más vueltas, me volví a Nueva Jersey a escribir de deportes.

Durante estos doce años, mi vida no ha estado nada mal y en muchos aspectos ha estado muy bien. Cuando más viejo me hago, más me asusta todo y más claro veo que te pueden pasar, y de hecho te pasan, cosas malas. Pero la verdad es que no me preocupa ni me quita el sueño.

Todavía creo en la posibilidad de la pasión y la aventura amorosa. Y no cambiaría muchas cosas, si es que cambiaba alguna. Preferiría no estar divorciado y que mi hijo, Ralph Bascombe, no hubiera muerto, pero eso es lo único.
Ustedes se preguntarán cómo alguien puede dejar una prometedora carrera literaria -tenía sobradas pruebas de ello- para convertirse en periodista deportivo.

Es una buena pregunta. Por ahora, déjenme que les diga una sola cosa: si escribir de deportes enseña algo, y en esto hay tanto de verdad como de mentira, es que, para que la vida valga la pena, tarde o temprano hay que enfrentarse a la posibilidad de sentir un terrible y doloroso arrepentimiento. Pero hay que intentar evitarlo o uno echaría a perder su vida. Creo que yo he conseguido esas dos cosas, me he enfrentado al arrepentimiento y he evitado la ruina. Y todavía estoy aquí para contarlo.

He saltado la verja de hierro del cementerio que hay justo detrás de mi casa. Son las cinco de la mañana de un Viernes Santo, 20 de abril. Todas las demás casas del vecindario están en penumbra y yo estoy esperando a mi ex mujer. Hoy es el cumpleaños de mi hijo Ralph. Ahora tendría trece años y empezaría a hacerse hombre. En los dos últimos años nos hemos encontrado aquí, al amanecer, para honrar su memoria. Antes veníamos juntos como marido y mujer.

Una niebla fantasmagórica se eleva desde la hierba del cementerio, y más arriba, en las capas bajas de la atmósfera, oigo el batir de alas de los gansos. Un coche de la policía cruza sigilosamente la puerta del cementerio. Se para, apaga las luces y se apresta a vigilarme. Atisbo el resplandor fugaz de una cerilla dentro del coche y la cara de un policía mirando su cuaderno. Desde lejos, al fondo de la «parte nueva», un pequeño cervatillo me mira mientras espero.

De vez en cuando, sus iris amarillos relucen en la oscuridad hacia la parte antigua, donde los árboles son más grandes, y donde yacen, junto a la tumba de mi hijo, tres firmantes de la Declaración de Independencia.
Los vecinos de al lado, los Deffeye, están jugando al tenis y susurran los tantos con sus educadas voces matinales. «Perdón.» «Gracias.» «Cuarenta-nada.» Pac, pac, paco «Ventaja tuya, querida.» «Sí, gracias.» «Tuya.» Pac, paco Oigo sus roncos jadeos nasales, sus pies arrastrándose. Tienen más de ochenta años y ya no necesitan dormir, así que están despiertos a todas horas. Han instalado unas luces opacas de bario-sulfuro que no iluminan mi jardín ni me impiden dormir. Y seguimos siendo buenos vecinos, por no decir amigos. Ya no tengo muchas cosas en común con ellos, y tanto ellos como los demás me invitan a muy pocas fiestas.

En la ciudad, la gente sigue siendo simpática pero distante, y yo les considero buena gente, conservadores y
honrados. He comprendido que no es fácil tener a un divorciado por vecino. En él anida el caos... la naturaleza oscura del sexo que cuestiona el contrato matrimonial. La mayoría de la gente cree que tiene que tomar partido, y siempre es más fácil elegir a la mujer. Eso es lo que han hecho casi todos mis vecinos y amigos. Aunque charlamos a la puerta de nuestras casas, por encima de los setos del jardín o junto a nuestros coches en el aparcamiento del supermercado, comentando el estado de las vigas y los desagües o si tendremos un invierno temprano, y a veces hacemos planes para quedar, casi no nos vemos, pero no me importa mucho.(...)



POST DATA (notas a pie de página):
  1. Una mirada distinta a la novela en el Blog: El lamento del Portnoy
  2. Una entrevista a Richard Ford por Robert Birnbaum, con motivo al lanzamiento de su libro de relatos "A multitude of sins" que a propóstito ya ha sido traducido y publicado por anagrama.
  3. Una entrevista realizada por Sophie Majeskie a Richard Ford, sobre su novela "Independence Day", la misma que gue galardonada con los premios Pulitzer y el Pen/Faulkner, y cuya lectura desde aquí recomendadamos.



Posted by No future

2 Responses to “Richard Ford: la vida sin finales felices”

  1. # Blogger Cerillo

    El sueño occidental se tambalea, ya tenemos profetas  

  2. # Blogger Francisco Ortiz

    Valioso post.  

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